a veces la hago de fotografo
algunas cosas te van contando de mi
tal vez,
chau
lunes, 27 de julio de 2009
martes, 23 de septiembre de 2008
viernes, 21 de marzo de 2008
algunos dibujos que se van ha garabato
viernes, 1 de febrero de 2008
llueve
No se, creo que es una certidumbre de que no digo que lo sepa, que me vaya a otro lado, tal vez esté más cerca desaparecer.
La simulación , ese estar en nimiedades, pequeños excrementos de mosca, rondando la basura hueca, no me dejan la nada, la nada solamente, sólo es que, no se, y lo ambiguo rociado, eso otro, aquello
Y eso otro, la cinta, el atar un nudo, el atar un poco de aquello , tal vez atemos algo juntos que a las finales tal ves desaparezca, esa forma , esa de no estar en una hoja en blanco , médula descascarándose la costra , que es una tontera , la costra remojada parece papel mojado.
Soplar lo que se roció en las flores del geranio,
Las gotas de agua sujetas a las cortinas de colgar ropas vacías
pasar la mano suavemente en un vidrio, palpar esos segundos de aquellas ventanas empañadas
hundirnos en el drama de la piedra, en su tristeza contenida, en su tragedia de respiración tranquila , en su enjugarse las lágrimas de escuchar un nunca en su frío palpable, final tan ausente. Tal vez cerca nos sea desaparecer
se que tal vez encuentre en uno de tus ojos amanecidos , esos garabatos tremendos de conmociones, ahí donde se acurrucan los rocíos de tus lluvias , de nuestras lluvias , de las pocas nubes que nos quedan , que tal vez en una de tus mejillas encuentre el mudo desequilibrio
la vuelta , una voltereta de mar, de nuestro mar triste
es que a veces me dan ganas de llorar de otra forma, de quedarme en los parpadeos , en su profundidad , en su oscuridad, su fugaz gesto de estrella opaca
es que a veces algo me deja un hueco en la media , un agujero de cielos nublados, de casas taciturnas.
un humano que empoza en el ojo un garabato huesudo ,una sugerencia, un rumor de lluvia
No se, creo que es una certidumbre de que no digo que lo sepa, que me vaya a otro lado, tal vez esté más cerca desaparecer.
La simulación , ese estar en nimiedades, pequeños excrementos de mosca, rondando la basura hueca, no me dejan la nada, la nada solamente, sólo es que, no se, y lo ambiguo rociado, eso otro, aquello
Y eso otro, la cinta, el atar un nudo, el atar un poco de aquello , tal vez atemos algo juntos que a las finales tal ves desaparezca, esa forma , esa de no estar en una hoja en blanco , médula descascarándose la costra , que es una tontera , la costra remojada parece papel mojado.
Soplar lo que se roció en las flores del geranio,
Las gotas de agua sujetas a las cortinas de colgar ropas vacías
pasar la mano suavemente en un vidrio, palpar esos segundos de aquellas ventanas empañadas
hundirnos en el drama de la piedra, en su tristeza contenida, en su tragedia de respiración tranquila , en su enjugarse las lágrimas de escuchar un nunca en su frío palpable, final tan ausente. Tal vez cerca nos sea desaparecer
se que tal vez encuentre en uno de tus ojos amanecidos , esos garabatos tremendos de conmociones, ahí donde se acurrucan los rocíos de tus lluvias , de nuestras lluvias , de las pocas nubes que nos quedan , que tal vez en una de tus mejillas encuentre el mudo desequilibrio
la vuelta , una voltereta de mar, de nuestro mar triste
es que a veces me dan ganas de llorar de otra forma, de quedarme en los parpadeos , en su profundidad , en su oscuridad, su fugaz gesto de estrella opaca
es que a veces algo me deja un hueco en la media , un agujero de cielos nublados, de casas taciturnas.
un humano que empoza en el ojo un garabato huesudo ,una sugerencia, un rumor de lluvia
sábado, 26 de enero de 2008
aparecer entre segundos
oración muda en la lengua desatenta
desaparecer en lo que no sucede
escarbando una palabra en el fondo de la boca
andar en nuestras espirales de mosca
escarbando en el nublado un poco de azul
línea que máscaras recorres
delgada pesadumbre colosal
inapelable, sin emociones
desfigura un poco lo que se ha juntado apenas
aunque la lluvia
aún pestañea cientos de veces en el suelo
cerrando su gota en el fondo
parpadear es contagioso
trazando van en la tierra un juego a saltar
pudor se descuenta
mejilla rubor a la superficie
lagunas de colores en la cara
nada se cuenta
palabra tras palabra parpadea
soplido frustrado que te llevas mis chimeneas constantes
la cara sin la nieve
la cara en la cara
las máscaras
lo que nos pesa que se nos cae
que nos caemos
la tierra que nos recoge en su regazo
los geranios
balanceo despacito al viento desequilibrado
escarbando un poco de nublado en el vientre
aunque la lluvia nos moja todavía
se chorrea nuestra compostura
esa es la espera
ese es el miedo
esa es la felicidad
nuestra fe de velas apagadas
la lluvia que se estrella susurrante
a veces contenta
a veces agua que moja con su tristeza callada
a veces nos mojamos
juntos
aunque separados
juntos
aquella otra mudez que es la nuestra
oración muda en la lengua desatenta
desaparecer en lo que no sucede
escarbando una palabra en el fondo de la boca
andar en nuestras espirales de mosca
escarbando en el nublado un poco de azul
línea que máscaras recorres
delgada pesadumbre colosal
inapelable, sin emociones
desfigura un poco lo que se ha juntado apenas
aunque la lluvia
aún pestañea cientos de veces en el suelo
cerrando su gota en el fondo
parpadear es contagioso
trazando van en la tierra un juego a saltar
pudor se descuenta
mejilla rubor a la superficie
lagunas de colores en la cara
nada se cuenta
palabra tras palabra parpadea
soplido frustrado que te llevas mis chimeneas constantes
la cara sin la nieve
la cara en la cara
las máscaras
lo que nos pesa que se nos cae
que nos caemos
la tierra que nos recoge en su regazo
los geranios
balanceo despacito al viento desequilibrado
escarbando un poco de nublado en el vientre
aunque la lluvia nos moja todavía
se chorrea nuestra compostura
esa es la espera
ese es el miedo
esa es la felicidad
nuestra fe de velas apagadas
la lluvia que se estrella susurrante
a veces contenta
a veces agua que moja con su tristeza callada
a veces nos mojamos
juntos
aunque separados
juntos
aquella otra mudez que es la nuestra
jueves, 6 de diciembre de 2007
jueves
RELATO UNO
Noches de luna llena, extrañando su cara ausente, aquella que suelta rezagos en las cosas. Extrañándola sin conocerla. Faltando en el circulo que rodea a la luna, en la aureola que en el cielo se dibuja como una gigante, onda sorprendida que se ha quedado congelada de susto, la estela de algún parpadeo de ese ojo triste, melancólico, cansado, de mirada soñolienta, a veces sensual y juguetona.
Hoy hace luna llena, aquel ojo recoge su lado oscuro sin pestañear, sólo queda el recuerdo de un parpadeo en esa aureola, uno caprichoso y triste que no se va, que no se fuga. Aún veo ese espacio vacío , sintiendo una ausencia.
Una polilla pequeña vuela cerca, en las lindes del aire que respiro. Su aletear es ciego, como si nacieran con un ala rota. Su vuelo es desesperado, como quien busca a toda costa una ventana para escapar de algo terrible, vuelo aterrorizado que la lleva a estrellarse contra las cosas.
Hoy tenía ganas de caminar en la noche, pero las ganas fugan rápido, pasan fugaces como un árbol que crece al lado de la carretera, donde pasan los autobuses que van de un lado a otro, regresando o yendo, a cien kilómetros por hora o 100 “me faltaras” consumados por segundo.
Descansa o se para sigilosa en uno de los bordes de la radio, la voy ha tocar y rechaza mi dedo, siento su cuerpo frágil que aletea un segundo y luego se va volando. La luz que entra por algún lado la descubre, me la ofrece desnuda un instante para que vea su cuerpo traslucido y delgado, sus piernas que sugieren líneas delgadísimas, sus alas enormes que parece sujetar a su cuerpo tenazmente para esconder su desnudez, su……. fum ,se fue volando, dejando sólo una sobra diminuta en mi cabeza.
Cuando desperté a este jueves que no es ya este sino aquel, que se acaba de acabar hace seis minutos, sin que lo notemos ni yo ni mamá que sueña acurrucada bajo sus seis frazadas ;
ni las palomas que duermen en la oscuridad del jardín;
ni tampoco aquellas lechuzas que vuelan por ahí como queriendo sacudirse la mala suerte en cada aleteo;
ni Gabriela en su cama sin poder dormir, recordando algún hombro y algún arrullo;
ni la alunada gata de Vicky que regresa a casa , saltando techos , caminando sobre los delgados muros de las casas, jugando al equilibrista sobre cuerdas flojas;
tal vez el señor Armando lleva un ingeniero a la mina, subiendo en su auto blanco a las montañas, envuelto en la neblina tupida, tan preocupado en no chocarse que no se ha dado cuenta que un jueves suspiró su final,
s i n p e n a ,
n o h a y c u e t e s, n o a b r a z o s , n o c a r i c i a s ,
añorando el consuelo de un aplauso.
Hay veces que cuando bailo me dan ganas de llorar, cuando lloro me dan ganas de bailar, cuando escucho una canción me dan ganas de gritar, cuando grito me dan ganas de gritar un poco más, cuando callo me dan ganas de acordarme de ella, cuando me acuerdo de ella me duele el cuerpo, cuando me duele el cuerpo las ganas se van y voy en busca de un helado, cuando las ganas se van me aburro, cuando me aburro no se que hacer, cuando no se que hacer me da sueño, cuando duermo sueño que me dan ganas de besar a una mujer o que me encuentro con un amigo que dejé de ver en un velorio, cuando despierto me gusta ver la luz que entra al cuarto, que cruza la ventana, que se estrella en la pared, que rebota , ya suave, a la almohada. Despierto, me levanto para lavar medias sucias, calzoncillos y, por encargo de mamá, los platos que se ensuciaron antes de ayer.
Otras veces, cuando lavo platos me preocupo en sus colores, en sus formas, la distinción de material y su relación con la persona a quien le pertenece. Empapo la esponja con agua y la refriego contra el detergente, luego contra un plato rosado, donde quizás comió mi sobrino de 8 años, lo dejo a un costado, algunos tenedores y cucharas, ese tenedor pequeño que tiene un payasito repujado en medio del delgado mango, luego los platos de frío metal donde solemos comer nosotros los hijos de mamá, que come en su plato de porcelana desportillada a causa de algunas caídas. En ese plato, que es el más bonito que hay en casa, hay flores pintadas que se van descascarando poco a poco.
En el techo el véspero se acabó en los cordeles para la ropa, en las medias que cuelgan como sombras, en la fila de calzoncillos. Palpando con los dedos encontré un calzoncillo que secó, descuelgo y desaparece esa presión del gancho. Me baño, deslizando el jabón por los resbalones que son mis brazos, mis piernas, mi pecho, las mejillas. Mi cuerpo todo es un resbalón para el agua que cae de la ducha y se confunde con la baba del jaboncillo, resbala hasta el suelo y luego se pierde en una espiral, un remolino líquido que el agujerito oscuro que lleva al desagüe, va chupando. Me mojo, me humedezco, busco deshacerme de la mugre. En ritual sin sorpresas, en suceso fantástico olvidado, me seco despreocupado con la toalla, me pongo las medias, el polo, el pantalón, el calzoncillo que huele a limpio, deslizo el pequeño peine, me veo al espejo y me voy.
Camino a ver una película. Veo a través de la ventana en la combi aquellas manchas que va dejando atrás el pasar, el rodar de las cuatro llantas, la ciudad nocturna, con sus postes de luz enferma, vaporosa.
Recuerdo una escena en la película donde la protagonista concibe la felicidad l l o r a n d o .
Son cero horas 16 minutos, imagino que alguna noche, tirados sobre una cama, esperando, notaremos eso que queda entre un segundo )))) y otro )))) segundo, y pediremos un deseo cada vez que se acaba un jueves.
dato posterior... en un comienzo el último parrafo no estaba al final , al final se vino.
Noches de luna llena, extrañando su cara ausente, aquella que suelta rezagos en las cosas. Extrañándola sin conocerla. Faltando en el circulo que rodea a la luna, en la aureola que en el cielo se dibuja como una gigante, onda sorprendida que se ha quedado congelada de susto, la estela de algún parpadeo de ese ojo triste, melancólico, cansado, de mirada soñolienta, a veces sensual y juguetona.
Hoy hace luna llena, aquel ojo recoge su lado oscuro sin pestañear, sólo queda el recuerdo de un parpadeo en esa aureola, uno caprichoso y triste que no se va, que no se fuga. Aún veo ese espacio vacío , sintiendo una ausencia.
Una polilla pequeña vuela cerca, en las lindes del aire que respiro. Su aletear es ciego, como si nacieran con un ala rota. Su vuelo es desesperado, como quien busca a toda costa una ventana para escapar de algo terrible, vuelo aterrorizado que la lleva a estrellarse contra las cosas.
Hoy tenía ganas de caminar en la noche, pero las ganas fugan rápido, pasan fugaces como un árbol que crece al lado de la carretera, donde pasan los autobuses que van de un lado a otro, regresando o yendo, a cien kilómetros por hora o 100 “me faltaras” consumados por segundo.
Descansa o se para sigilosa en uno de los bordes de la radio, la voy ha tocar y rechaza mi dedo, siento su cuerpo frágil que aletea un segundo y luego se va volando. La luz que entra por algún lado la descubre, me la ofrece desnuda un instante para que vea su cuerpo traslucido y delgado, sus piernas que sugieren líneas delgadísimas, sus alas enormes que parece sujetar a su cuerpo tenazmente para esconder su desnudez, su……. fum ,se fue volando, dejando sólo una sobra diminuta en mi cabeza.
Cuando desperté a este jueves que no es ya este sino aquel, que se acaba de acabar hace seis minutos, sin que lo notemos ni yo ni mamá que sueña acurrucada bajo sus seis frazadas ;
ni las palomas que duermen en la oscuridad del jardín;
ni tampoco aquellas lechuzas que vuelan por ahí como queriendo sacudirse la mala suerte en cada aleteo;
ni Gabriela en su cama sin poder dormir, recordando algún hombro y algún arrullo;
ni la alunada gata de Vicky que regresa a casa , saltando techos , caminando sobre los delgados muros de las casas, jugando al equilibrista sobre cuerdas flojas;
tal vez el señor Armando lleva un ingeniero a la mina, subiendo en su auto blanco a las montañas, envuelto en la neblina tupida, tan preocupado en no chocarse que no se ha dado cuenta que un jueves suspiró su final,
s i n p e n a ,
n o h a y c u e t e s, n o a b r a z o s , n o c a r i c i a s ,
añorando el consuelo de un aplauso.
Hay veces que cuando bailo me dan ganas de llorar, cuando lloro me dan ganas de bailar, cuando escucho una canción me dan ganas de gritar, cuando grito me dan ganas de gritar un poco más, cuando callo me dan ganas de acordarme de ella, cuando me acuerdo de ella me duele el cuerpo, cuando me duele el cuerpo las ganas se van y voy en busca de un helado, cuando las ganas se van me aburro, cuando me aburro no se que hacer, cuando no se que hacer me da sueño, cuando duermo sueño que me dan ganas de besar a una mujer o que me encuentro con un amigo que dejé de ver en un velorio, cuando despierto me gusta ver la luz que entra al cuarto, que cruza la ventana, que se estrella en la pared, que rebota , ya suave, a la almohada. Despierto, me levanto para lavar medias sucias, calzoncillos y, por encargo de mamá, los platos que se ensuciaron antes de ayer.
Otras veces, cuando lavo platos me preocupo en sus colores, en sus formas, la distinción de material y su relación con la persona a quien le pertenece. Empapo la esponja con agua y la refriego contra el detergente, luego contra un plato rosado, donde quizás comió mi sobrino de 8 años, lo dejo a un costado, algunos tenedores y cucharas, ese tenedor pequeño que tiene un payasito repujado en medio del delgado mango, luego los platos de frío metal donde solemos comer nosotros los hijos de mamá, que come en su plato de porcelana desportillada a causa de algunas caídas. En ese plato, que es el más bonito que hay en casa, hay flores pintadas que se van descascarando poco a poco.
En el techo el véspero se acabó en los cordeles para la ropa, en las medias que cuelgan como sombras, en la fila de calzoncillos. Palpando con los dedos encontré un calzoncillo que secó, descuelgo y desaparece esa presión del gancho. Me baño, deslizando el jabón por los resbalones que son mis brazos, mis piernas, mi pecho, las mejillas. Mi cuerpo todo es un resbalón para el agua que cae de la ducha y se confunde con la baba del jaboncillo, resbala hasta el suelo y luego se pierde en una espiral, un remolino líquido que el agujerito oscuro que lleva al desagüe, va chupando. Me mojo, me humedezco, busco deshacerme de la mugre. En ritual sin sorpresas, en suceso fantástico olvidado, me seco despreocupado con la toalla, me pongo las medias, el polo, el pantalón, el calzoncillo que huele a limpio, deslizo el pequeño peine, me veo al espejo y me voy.
Camino a ver una película. Veo a través de la ventana en la combi aquellas manchas que va dejando atrás el pasar, el rodar de las cuatro llantas, la ciudad nocturna, con sus postes de luz enferma, vaporosa.
Recuerdo una escena en la película donde la protagonista concibe la felicidad l l o r a n d o .
Son cero horas 16 minutos, imagino que alguna noche, tirados sobre una cama, esperando, notaremos eso que queda entre un segundo )))) y otro )))) segundo, y pediremos un deseo cada vez que se acaba un jueves.
dato posterior... en un comienzo el último parrafo no estaba al final , al final se vino.
sábado, 20 de octubre de 2007
la canción del perejil
me encuentro sentado en un banco de madera deshojando un perejil
formando parte de un movimiento,
de una melodía de seres que nos negamos a la soledad por unos segundos
estela, la máscara, me mira de reojo.
recostada boca arriba sobre la mesa de maderos antiguos que hay en la cocina.
una gatita se ha dado cuenta que se lleva bien con mis pies
que están desnudos en chancletas de jebe color ladrillo,
tostándose por el sol que se tira de cabeza desde el cielo ha meterse en nuestra cocina ;
ha jugar contra el tacto frío
de esas patitas que ha ratos me arañan o me acarician ,
eso no lo se.
la confianza que le expresan mis talones y talvez también mis dedos meñiques apiñados y deformes han hecho que hasta me rose suavemente con su mojada nariz infantil.
tan tan tantiuiuiuiui taaan …., la canción del perejil nos mueve,
las nubes la escuchan en su silencioso deshacer ,
uno de mis pies ulula inquieto, de acá pa allá,
tan tiun purun tiuntiun tatata…
la gatita salta con sus dos patas delanteras
tal una niña que ya quiere dejar de gatear.
escucha y siente tal vez la canción como un rumor de olas de un mar que la levanta a intervalos inconstantes.
así danza ,desde los huesos novatos, mi pie izquierdo con la despreocupada alegría de una gata que va perdiendo su expresión dulce
con el pasar de las nubes ,
los segundos ,
las hojas del perejil que se sueltan por el jalón de yemas insensibles
de los dedos
de las manos,
que tocan el instrumento deshaciéndolo.
la canción del perejil no es otra cosa que
el lamento de sus flacos tallos deshojándose.
la máscara me mira de reojo,
se da cuenta que en la canción también se escuchan recuerdos míos,
notas mudas de un paso de neurona,
un grito sordo de un pensamiento inútil y constante
latidos de un corazón que evoca y ensaya emociones y palabras,
tembladeras de hueso erizado.
el rezago de un mal sueño.
el perejil se va acabando y yo añoro la humedad de una nariz humana
que roce y desaparezca esas notas que no dejan escuchar la canción …
el ruido que no deja escuchar lo que sobra de las almas
que no deja escuchar el silencio de las ausencias
el vacío de sus catedrales
el murmullo de sus aguas
el enjugarse una lágrima
o el canto de las nubes…
formando parte de un movimiento,
de una melodía de seres que nos negamos a la soledad por unos segundos
estela, la máscara, me mira de reojo.
recostada boca arriba sobre la mesa de maderos antiguos que hay en la cocina.
una gatita se ha dado cuenta que se lleva bien con mis pies
que están desnudos en chancletas de jebe color ladrillo,
tostándose por el sol que se tira de cabeza desde el cielo ha meterse en nuestra cocina ;
ha jugar contra el tacto frío
de esas patitas que ha ratos me arañan o me acarician ,
eso no lo se.
la confianza que le expresan mis talones y talvez también mis dedos meñiques apiñados y deformes han hecho que hasta me rose suavemente con su mojada nariz infantil.
tan tan tantiuiuiuiui taaan …., la canción del perejil nos mueve,
las nubes la escuchan en su silencioso deshacer ,
uno de mis pies ulula inquieto, de acá pa allá,
tan tiun purun tiuntiun tatata…
la gatita salta con sus dos patas delanteras
tal una niña que ya quiere dejar de gatear.
escucha y siente tal vez la canción como un rumor de olas de un mar que la levanta a intervalos inconstantes.
así danza ,desde los huesos novatos, mi pie izquierdo con la despreocupada alegría de una gata que va perdiendo su expresión dulce
con el pasar de las nubes ,
los segundos ,
las hojas del perejil que se sueltan por el jalón de yemas insensibles
de los dedos
de las manos,
que tocan el instrumento deshaciéndolo.
la canción del perejil no es otra cosa que
el lamento de sus flacos tallos deshojándose.
la máscara me mira de reojo,
se da cuenta que en la canción también se escuchan recuerdos míos,
notas mudas de un paso de neurona,
un grito sordo de un pensamiento inútil y constante
latidos de un corazón que evoca y ensaya emociones y palabras,
tembladeras de hueso erizado.
el rezago de un mal sueño.
el perejil se va acabando y yo añoro la humedad de una nariz humana
que roce y desaparezca esas notas que no dejan escuchar la canción …
el ruido que no deja escuchar lo que sobra de las almas
que no deja escuchar el silencio de las ausencias
el vacío de sus catedrales
el murmullo de sus aguas
el enjugarse una lágrima
o el canto de las nubes…
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